Organizando la despedida
Soy consciente del fin de las vacaciones con el día de ayer. Sé que cuando K empieza a hacer la maleta quedan horas para que todo vuelva a ser como antes de las vacaciones.
Ayer estuvo en mi casa y lo pasamos genial. Luego nos fuimos al pueblo y por la tarde empezó a llenar la maleta. Me explicó que lo mejor era llevar una sola en cada viaje y llenarla sólo hasta a la mitad. Lógicamente cuando vuelves a casa casi no puedes cerrarla: primero porque llevas ropa sucia y, según ella, es mejor hacer bolas y meterlas en cualquier rincón que veas posible entre lo demás y, segundo, porque siempre te llevas más cosas de las que trajiste (en su caso una taza con el toro de osborne y mochilas, gorras y camisetas varias del pub que tienen aquí).
Pero mi maleta seguro que no sería así. Haría una lista con todo lo que tuviera que llevar. Una vez hice una lista de mi ropa, ahora no la encuentro y no creo que vuelva a hacerlo: es un trabajo de chinos dar nombre a cada prenda (vestido feria 2002, camiseta Víctor, pantalón descanso, vestido Málaga). :) Es algo que no puedo evitar.
K a todo eso tenía que sumarle un libro de coches, unos comics de Titeuf divertidísimos, una revista de caballos y las tareas de matemáticas que me aseguró que las haría en el avión, mientras su madre se volviera histérica.
Después de prepararlo todo seguimos con la tradición: salimos a la calle, vamos a la tienda de chuches y compramos cinco o seis euros (antes 1000 pesetas) e intentamos acabar con todo en esa misma tarde de despedida. Con su hermano es distinto porque compra chuches para llevarse, allí dice que no hay de nada. La última vez nos gastamos alrededor de 56 euros; la chica de la tienda nos invitó a un helado y aún me recuerda, porque siempre me saluda. ;)
Me da pena que se vaya. Además este año quizá no venga en verano y fastidia un poco. Pero bueno, siempre es igual. Ya estamos acostumbrados.
Ayer estuvo en mi casa y lo pasamos genial. Luego nos fuimos al pueblo y por la tarde empezó a llenar la maleta. Me explicó que lo mejor era llevar una sola en cada viaje y llenarla sólo hasta a la mitad. Lógicamente cuando vuelves a casa casi no puedes cerrarla: primero porque llevas ropa sucia y, según ella, es mejor hacer bolas y meterlas en cualquier rincón que veas posible entre lo demás y, segundo, porque siempre te llevas más cosas de las que trajiste (en su caso una taza con el toro de osborne y mochilas, gorras y camisetas varias del pub que tienen aquí).
Pero mi maleta seguro que no sería así. Haría una lista con todo lo que tuviera que llevar. Una vez hice una lista de mi ropa, ahora no la encuentro y no creo que vuelva a hacerlo: es un trabajo de chinos dar nombre a cada prenda (vestido feria 2002, camiseta Víctor, pantalón descanso, vestido Málaga). :) Es algo que no puedo evitar.
K a todo eso tenía que sumarle un libro de coches, unos comics de Titeuf divertidísimos, una revista de caballos y las tareas de matemáticas que me aseguró que las haría en el avión, mientras su madre se volviera histérica.
Después de prepararlo todo seguimos con la tradición: salimos a la calle, vamos a la tienda de chuches y compramos cinco o seis euros (antes 1000 pesetas) e intentamos acabar con todo en esa misma tarde de despedida. Con su hermano es distinto porque compra chuches para llevarse, allí dice que no hay de nada. La última vez nos gastamos alrededor de 56 euros; la chica de la tienda nos invitó a un helado y aún me recuerda, porque siempre me saluda. ;)
Me da pena que se vaya. Además este año quizá no venga en verano y fastidia un poco. Pero bueno, siempre es igual. Ya estamos acostumbrados.
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